Proceso donde el comprador solicita al vendedor rebajar el precio, para conseguir el precio que considera justo, por un producto que está dispuesto a comprar.
Algunos autores entienden regatear como una alternativa al precio fijo. Históricamente es cierto. Cada vez tenemos más sectores (no todos) donde se impone el precio fijo. Pero mi teoría es que aunque tengamos precios fijos, hay una pequeña parte de consumidores que nos van a pedir un descuento. Por eso debemos formar a nuestro personal a reaccionar ante estas situaciones.
Si estás pensando que regatear es una práctica que ya no se usa en el comercio en España, o que se la usan exclusivamente los algunos minoristas sin establecimiento (venta ambulante…) ¿Estás seguro? Cuando compras un coche nuevo en un concesionario oficial, de una primera marca y te enseña la lista de precios (precio de lista) ¿te la crees? o piensas que es el precio más alto desde donde arranca la negociación. Te incito a acudir a la joyería más lujosa de tu ciudad, si pides una rebaja ¿qué probabilidades tienes de conseguirla?
Con la implantación de los precios fijos, los comerciantes hemos perdido la capacidad de maximizar lo que cada cliente individual estaba dispuesto a pagar. En otros sectores el precio fijo no existe. La próxima vez que duermas en un hotel te incito a que en el desayuno digas en voz alta lo que has pagado por la habitación, e invites a los demás a decir los precios… te aseguro que más de uno irá a recepción a reclamar y a ti probablemente te vetarán en la cadena de hoteles 😉
Ya no se ven, pero si te encuentras un cartel de tipo: precio fijo inútil regatear ¡no lo dudes! hay que regatear.
